No quiero recordar la primera vez que lo vi. Me gusta pensar en un lugar como La Taberna Latina de Cali, o en un concierto de salsa en New York.
Sin embargo hablar con un bogotano sobre las profundas tradiciones de la salsa boricua o las posibilidades que ha tenido el son cubano, es una delicia para alguien que apenas conoce el baile como una herramienta de seducción.
Algunas veces me despierto en medio del sudor de la noche ardiendo en fiebres de Bugaloo, ahogado en humo y aturdido por los dedos que se revientan contra los cueros del tambor. Me envuelven entonces latidos de corazón salcero al son de tiqui ton de un cencerro, de bongoes bien temperados y puedo darle gracias a Dios por reencontrarme ahora con la música.
Sin embargo hablar con un bogotano sobre las profundas tradiciones de la salsa boricua o las posibilidades que ha tenido el son cubano, es una delicia para alguien que apenas conoce el baile como una herramienta de seducción.
Algunas veces me despierto en medio del sudor de la noche ardiendo en fiebres de Bugaloo, ahogado en humo y aturdido por los dedos que se revientan contra los cueros del tambor. Me envuelven entonces latidos de corazón salcero al son de tiqui ton de un cencerro, de bongoes bien temperados y puedo darle gracias a Dios por reencontrarme ahora con la música.
No hay comentarios:
Publicar un comentario