Lluvia entre ventanas

No se que hora es, estoy despierto por el ruido de los granos de hielo lanzados por el viento contra la ventana, como siempre y por curiosidad separe un poco la cortina para ver los edificios bajos que circundan la playa frente a mi habitación. Me atrae una ventana, que al comienzo creí cubierta por adornos compuestos por pequeñas bombillas, cuando mis ojos aceptan la oscuridad percibo entonces las velas. Cientos de ellas.

El muro enorme compuesto por el ventanal de mi habitación, la lluvia, la noche y aquel otro cristal iluminado por las velas, aumenta la intensidad de aquella luz casi naranja que llega a mi ventana y entra por la rendija abierta por la espesa cortina de mi cuarto.

Con esa luz deslumbrante puedo distinguir un futon a modo de cama, cojines y mantas revueltas. Y en ese suelo de madera una mujer sentada. Senti verguenza que me descubriera espiandola.
La cortina abierta y ella como contemplando la noche, veo las paredes recubiertas de paneles de papel blanco con enormes caracteres rojos y negros de alguna clase de escritura oriental. Además, las transparencias de luz ofrecen la idea de múltiples cortinas ligeras desde el suelo hasta el alto techo. Un inesperado relámpago muestra por un segundo, la mujer con el cabello sobre el rostro, el cuerpo brillante como bañado en aceite reflejando los brillos de las innumerables velas encendidas.

Inmóvil, con los ojos clavados en aquella escena, como un espectador cautivado, vi como se levantó del suelo apoyando en la madera sus manos y sus rodillas, hace una reverencia a un público imaginario, levanta las manos con las palmas hacia arriba y baila como si escuchara la acompasada percusión de la lluvia. Gira y su pelo suelto la sigue haciendo ondas, no puedo distinguir los gestos de su cara los cristales están llenos de vapor, sobretodo el de mi ventana. Me doy cuenta que estoy respirando agitadamente

Por instantes creo sentir el olor de aquel aire húmedo y caliente, el olor de las velas por toda la habitación, el olor de su cuerpo y del aceite perfumado. Casi en un trance durante el baile hace el último giro con las manos entre sus piernas, tropieza con algo y cae, estiro mis manos instintivamente en un gesto inútil, entonces desaparece de la escena.

He abierto la cortina por completo, deseo que se levante y siga bailando, mi corazon esta muy acelerado, entonces ocurre: uno de los paneles de papel con letras negras y rojas ha caído sobre las velas y en un segundo las cortinas con el suelo de madera, son una enorme hoguera.

Tomo mi abrigo y bajo a la recepción del edificio, llamo al numero de emergencia y doy el aviso de fuego, los bomberos tardaran una media hora en llegar. Desde mi acera, el viejo edificio de enfrente es ya una tea destinada a la demolición y al olvido.

Esta mañana no queda más que humo, he comprado todos los periódicos que hablaban del incendio, no hay ningún reporte de víctimas.
Raleigh 27 de mayo/13

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